¿Te ha ocurrido alguna vez? Miras la pantalla de la marquesina o la app para saber cuánto falta para que llegue el autobús y el tiempo que figura no se ajusta a la realidad. Pone 15 minutos y el bus aparece al instante, o aparece un tiempo de espera de dos minutos y ni se ve el autobús… Si nos ocurre, esto nos enfada y nos inquieta… queremos tener una información pertinente y exacta. Y, desde luego, EMT pretende que eso sea así, e invertimos mucho tiempo, presupuesto y recursos humanos y hacemos una fuerte apuesta por las tecnologías más modernas y avanzadas. Pero, algunas veces, no es del todo suficiente.

Partamos de la base que, a diferencia de los metros y las redes ferroviarias, los autobuses no disponen de una vía exclusiva de circulación. El bus comparte la calle con muchos otros usuarios (vehículos privados, motos, taxis, bicis, camiones, carga y descarga, servicios de emergencia…) En la vía pública, además, acontecen todo tipo de incidencias (manifestaciones; eventos deportivos, culturales y religiosos, obras; averías; actuaciones de los servicios de emergencia y un largo etcétera). Todos estos factores provocan que, en ocasiones, los cálculos de tiempo de espera se alteren, no se ajusten del todo a la realidad o puedan cambiar repentinamente.

Asimismo, las medidas de regulación que se adoptan desde el centro de control para garantizar la regularidad de las líneas cuando hay incidencias como las mencionadas pueden afectar también al proceso de estimación de los tiempos de espera.

¿Cómo se calcula el tiempo de espera?

Para el cálculo de estos tiempos de espera, el factor fundamental (independientemente de la posición geográfica del bus y de otras variables disponibles en nuestros sistemas de gestión) es un algoritmo que se obtiene de la siguiente manera:

Con estos datos en el sistema, cualquier alteración puntual que se produzca en uno de esos tramos o cualquier incidencia que sufra uno de los buses posteriormente al cálculo pueden causar errores en la información mostrada.

También se pueden dar circunstancias inesperadas, como puede ser la avería de un autobús que implique encerrarlo o incluso una caída técnica de las comunicaciones o un fallo puntual del GPS que impliquen la pérdida de posición y, por lo tanto, de su ubicación, lo que impide obtener una estimación precisa de llegada.

En definitiva, el algoritmo de estimaciones de tiempos de espera, aun siendo muy sofisticado y altamente preciso, no puede conocer las distintas particularidades que pueden alterar sus resultados de manera imprevista, y bajo estas puntuales circunstancias, puede experimentar variaciones y no ofrecer una información real en algún momento determinado.