Estos son dos de los 10 microrrelatos que el jurado ha elegido en la primera semana de participación en el concurso de “40 años 40 historias”:

REENCUENTRO

Subí al búho de las 00:30 en Cibeles arrebujándome en mi abrigo. Me senté al lado de un señor bastante fornido esperando sentir algo de calor humano que compensara aquella fría noche invernal. De pronto mi vecino giró la cabeza y me percaté de que era mi tío Luis. Fue una sorpresa tan agradable como inesperada y lo abracé con verdadero afecto. Hacía años que no lo veía, desde que pelearan con papá por tonterías y él se fuera a Australia. Me devolvió el gesto con igual entrega y cariño y dejó su brazo apoyado en mis hombros. Como siempre, me separé de él con un intenso dolor de mandíbulas tras haberme reído durante todo el trayecto; tenía la rara habilidad de contar las cosas de tal modo, que sin importar la naturaleza de la anécdota, siempre lograba sacarle una sonrisa y hasta una carcajada a su interlocutor. Nos despedimos efusivamente y a él se le cayó una lágrima, “cosas de viejo” me dijo secándosela. Me apeé y lo saludé con la mano hasta que partió el bus y sonó mi móvil. Era mi madre para comunicarme que tío Luis acababa de morir en un hospital de Sidney.

PEQUEÑAS CATEDRALES DE CONFORT

Llevo siglos vagando por las calles de esta ciudad donde me desterraron por un sorbito de nada del reserva del mandamás. Desahuciado, sin unos metros cuadrados donde descansar mis huesos. De día, metido dentro de tuberías y desagües de presas, que un día de estos van a abrir las compuertas y ya verás tú… Ni pegar ojo, con el susto en el cuerpo todo el tiempo. Las primeras horas de la noche las dedico a aligerar los bolsillos de dinero para comprar los billetes y a alimentarme. Y a eso de la media noche vivo, es un decir, lo mejor del día. Veintisiete líneas a mi disposición. Una gozada. Sobre todo en invierno, cuando hace un frío que pela. Subo a un Búho, me voy al fondo y allí me arrebujo. Calentito y cómodo, a veces echo una cabezada, otras pego la oreja y me entero de las últimas aplicaciones, de las novedades electrónicas, de los garitos que frecuentan los jóvenes, y tomo nota para la noche siguiente. Porque yo los Búhos los respeto. Nunca se me ocurriría actuar en uno por mucho que me ponga los colmillos largos una yugular palpitante a unos centímetros de mi boca.