Siempre es un placer para los sentidos acudir al Real Jardín Botánico de Madrid, pero en otoño su belleza es aún mayor, si cabe. Sus más de cinco mil especies vivas que desde hace más de doscientos cincuenta años se han ido sumando poco a poco al jardín, son un espectáculo muy difícil de igualar.

Situado en el número 2 de la Plaza de Murillo (Paseo del Prado), se puede llegar de múltiples maneras y desde cualquier punto de la ciudad con mucha facilidad. Si decidimos hacerlo en los autobuses de la EMT, podemos utilizar las líneas, 10, 14, 27, 34, 37 y 45.

Aunque en sus años de historia ha visto cómo se modificaba en reiteradas ocasiones, incluso de ubicación, la reforma de 2005 ha dejado un espacio de más de siete mil metros cuadrados digna de ser visitada. Entre las últimas grandes incorporaciones, destaca la exposición de bonsáis de gran valor con más de cien ejemplares, que representan gran parte de la flora nacional.

Asimismo destacan dos distintos tipos de olivo que se pueden ver desde hace unos años. Son múltiples las sorpresas que podemos encontrarnos, de modo que insistimos en animar a todos a hacer un recorrido por el jardín. El Botánico hace también las veces de centro de investigación científica, circunstancia que permite que la clasificación y el orden de exposición sean mucho más comprensibles para el visitante. En definitiva, una gran oportunidad de viajar en el tiempo a través de las plantas, y no debemos dejar de experimentarla.

(Fuente foto: http://bit.ly/Q69EtT)