Estos son dos de los 10 microrrelatos que el jurado ha elegido en la primera semana de participación en el concurso de “40 años 40 historias”:

ASÍ EMPEZÓ TODO

Eran las 2.50 de la madrugada, demasiado tarde para el metro, demasiado pobre para un taxi y demasiado frío para caminar. Subió mirando al suelo, para esconder al mundo su tristeza, pagó su billete y se sentó en la penúltima fila, aliviada con la idea de ver dos sitios libres. Y allí se quedo, con la nariz apoyada en la ventana, haciendo manchas de vaho en el cristal. Eran las 2.50 de la madrugada, demasiado pronto para volver a casa, demasiado whisky en el estómago, demasiado solo para seguir la fiesta. Subió sujetándose donde pudo, para no mostrar al mundo que el lo apreciaba con gran desnivel, y sonrió al ver que solo quedaba un lugar y era junto a aquella preciosa melena negra. Y allí se sentó, sin poder dejar de mirarla. Así, empezó todo.

REPETIR TUS OJOS

Cuando llegué a la para del buho aquella noche ella estaba allí. Era viernes y eran las dos de la mañana. Morena, guapa, triste, silenciosa. LLegó el autobús y nos subimos. Quedé mirándola. Se bajó siete paradas antes que la mía. A la noche siguiente, cuando llegué a la parada del buho, otra vez ella estaba allí. Y no pude evitarlo: “¿Te das cuenta de que ayer por la noche a esta misma hora coincidimos exactamente en este mismo sitio?”, le dije. Ella me miró. Como quien mira una nube en un día nublado. “No me había dado cuenta”. Contestó. Y subimos a la vez al autobús cuando llegó. Y nos sentamos juntos. Hablamos. Pero la batalla estaba perdida de antemano. Las historias hermosas solo ocurren en relatos inventados. Y la vida de los buhos está hecha de verdades y de carne. Por eso ella bajó siete paradas antes. Y yo me quedé dormido en el rojo silencio de la noche.

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